MARÍA FANTOVA: UNA ENFERMERA ARAGONESA ENTRE DOS GUERRAS

A continuación, de la mano del enfermero Juan Carlos Criado, conoceremos la historia de la enfermera oscense María Fantova. Mujer que vivió en primera línea dos de los momentos más terribles y sangrientos de la primera mitad del siglo XX: La Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial.

Nació en Barbastro en 1913. De joven emigró en Francia, con su novio José Facerías y se casaron en 1934 adquiriendo la residencia francesa, pero su matrimonio fue corto, José falleció y quedó viuda con 22 años y con una hija. En julio de 1936 María regresó a Barbastro donde le sorprendió la guerra.

Ante la imposibilidad de regresar a su casa en el sur de Francia decidió ayudar en el hospital donde trabajó como auxiliar. El primer bombardeo produjo muchos muertos entre los vecinos de Barbastro. Estuvieron 24 horas operando ininterrumpidamente. En los posteriores bombardeos, aunque ya tenían refugios, María se quedaba en el hospital con los heridos que no podían ser trasladados. Les ponía colchones por encima para protegerlos y ella se resguardaba bajo la cama.

Desde Barcelona enviaron destinados a Barbastro a varios jóvenes médicos que no solo actualizaron la calidad asistencial del hospital, también animaron a las voluntarias a conseguir el título de enfermera. María se tomó muy en serio la preparación del examen y consiguió el título de enfermera profesional en Barcelona.

A comienzos de 1938 trabajó en el Sanatorio de Pineta. Aquí casi todos los pacientes estaban en tratamiento por tuberculosis. El avance de los nacionales provocó el traslado del hospital de sangre de Boltaña al Sanatorio de Pineta convirtiéndose éste en el Hospital de Sangre de la 43 División y todo el personal fue militarizado. María como enfermera titulada le correspondió el empleo de Teniente de Sanidad.

Ante el avance de las tropas nacionales, en junio de 1938, se tuvo que evacuar precipitadamente el hospital de Pineta. Se trasladaron junto a los pacientes a Francia pero al llegar fueron devueltos por la frontera de Gerona. Allí solicitó el traslado a uno de los hospitales de Tarrasa hasta que de nuevo la guerra se aproximó y tuvo que trasladarse a Gerona con dirección a Francia. Tras un largo y penoso viaje finalmente llegaron a un antiguo aserradero en Lamolère que funcionaba como campo de refugiados. Las 200 mujeres fueron alojadas en una nave. Al enterarse de que María era enfermera habilitaron una habitación que se convirtió en el botiquín del campo de refugiados. El hacinamiento y la mala alimentación, eran los causantes de la mayoría de las enfermedades, sarna, piojos, ladillas y gastroenteritis. También asistió a varias embarazadas.

Su dominio del francés le valió para conseguir el certificado que ya tenía como residente francesa. Gracias a éste consiguió recuperar a su hija.

Ya había comenzado la Segunda Guerra Mundial cuando conoció a Ángel García Forniés, también exiliado, que la convenció para abandonar el campo de refugiados. Se casaron e iniciando una relación de 32 años. En Tarascón-sur-Ariège ejerció como enfermera y fue muy querida y valorada por los vecinos que la pagaban con la moneda más valiosa… con alimentos. Aquí vivieron tranquilos hasta que los alemanes e italianos ocuparon Francia. Tras un altercado con un soldado alemán y el riesgo de ser detenidos decidieron volver a cruzar la frontera para trasladarse a Andorra. Iniciaron el viaje escondiéndose en el bosque para evitar a las patrullas alemanas y el 17 de abril de 1944 atravesaron la frontera pirenaica por tercera vez.

En Les Escaldes María hizo amistad con un médico exilado francés y comenzó a trabajar con él, éste a cambio le consiguió un permiso de residencia que en Andorra. Al médico le dispararon integrantes de un grupo de maquis lo metieron en un camión y nunca le volvió a ver.

Tras la rendición alemana en 1945, María y su marido decidieron regresar de nuevo a Francia. Al cruzar la frontera encontraron todo arrasado. Ángel volvió a sus prácticas de compraventa y contrabando, hasta que de nuevo decidieron regresar a Andorra. Cuando llevaban un tiempo en Andorra, Ángel consiguió un permiso para a visitar a su padre enfermo en España, pero al intentar regresar de nuevo a Andorra las autoridades franquistas no se lo permitieron y María decidió volver a España para reunirse con su marido. Comenzaron una nueva vida borrando su pasado. Tuvieron varios negocios y trabajos en Barcelona y Zaragoza hasta que en 1972 Ángel murió.  Y en 1995 perdió a hija Margot.

El temor a que alguien descubriera su pasado impidió que volviera ejercer como enfermera. En su última entrevista recordaba a las enfermeras la importancia de su profesionalidad y el sentimiento de servicio a los enfermos que debía de ser incondicional e imparcial,  fuera cual fuera su condición.

María falleció en Zaragoza en septiembre de 2015 a los 102 años.

Fue una gran superviviente y un ejemplo de profesionalidad. Pero hoy más que nunca, tenemos que aprender de ella su capacidad de superación de la adversidad y su positividad para comenzar una nueva vida sin los rencores ni resentimientos que muchos quieren ahora resucitar.

Para leer el reportaje completo publicado en la revista Noticias de Enfermería nº 124 pulse aquí

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